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Aterrizaje (diarios, VI)

  • Foto del escritor: M
    M
  • 6 ene 2020
  • 1 Min. de lectura

Ayer las tormentas terminaron de descargar sus lluvias, sus rayos y sus relámpagos y ahora hay que empezar, ya sabéis, a desinundar habitaciones. Después del temporal tendremos que hacer algo con los restos.

Me he tomado dos copas de vino en el almuerzo y ahora mismo luzco ese sopor divino, ese aletargamiento, ese rubor tonto y casual. Y he callado un poco las voces. Por eso me he pedido la segunda, realmente. De repente mis días van a decelerar y eso siempre conlleva que la que mantenga el pedal apretado, como diría R, sea mi cabeza. Así que he pedido vino blanco de postre. Total, dicen por ahí que me queda bien.

En realidad no estoy segura de que tuviera algo que decir aquí, pero llevaba días con el runrún y supongo que después de esto me quedaré más tranquila. O dormida. O las dos. Sea como sea, por lo que pueda pasar, recojo ya porque en menos de una hora tengo un café pendiente. A ver si arreglamos el mundo o lo terminamos, al menos, de una vez, de destrozar.

Pdta.: Creo que he sentido el clic en mi cabeza de escritora.

Atentamente, María.


 
 
 

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