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CHICAS (diarios, CXIX)

  • Foto del escritor: M
    M
  • 3 feb
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 5 feb

En mi salón hay una lámpara nueva preciosa de luz cálida, y pronto habrá láminas coloridas y un poco (como nosotras también) raras. Se llora en el sofá, se baila en el pasillo y se recitan de memoria las frases de Mario Casas (se llama H, ¡joder!!!!). A menudo huele a curry y nunca faltan la salsa de soja ni la mantequilla (aunque a menudo sí el pan del desayuno). Hay pelitos de gata por todas partes, música clásica & Bad Bunny prácticamente una detrás de otra. En casa se responde a los maullidos y nos faltan pares de zapatillas para todos los amigos que vienen de visita. Hay mucha luz (aunque nos cuesta regularla), un alijo de xuxitas escondido, siempre hueco para quien lo necesite (pero la energía social sí escasea).


Poco a poco la voy sintiendo más mi hogar. Con la batita colgando de la puerta del baño, los marcos esperando sus fotos y tickets, siempre la taza perfecta para el café y el ronroneo y los cabezazos de madrugada buscando mimitos.


Es un piso de chicas, se ve de sobra. De chicas distintas entre sí pero con esa extraña red que nos une y forma una pequeña mantita cálida y acogedora que nada tiene que ver con la skincare y los lazos sino más bien con los cuidados y la ternura.


Supongo que si tuviera que hacer una de esas tablas que la gente (como mi suegro) ponen con las normas de la casa, incluiría aceptar tus emociones, darle a la Lola la comida húmeda por la tarde y mirar la pizarra sáfica de la nevera con las tareas que no podemos olvidar.


Quisiera llenarla de polaroids, de confeti (yo barro, tranquis), de risas, de llantos fuertes, de planes, de gente, de silencio y velas, de la familia que elegimos y que, vaya, contra todo pronóstico, contra todo lo que nos han ido diciendo mientras crecemos, es la que nos sostiene.


Atentamente enamorada de su nueva casita,


María



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