peroestanlargalacaída (diarios, X)

Escribo desde la tierra. Es algo de lo que una es consciente más tarde, solo después de haber experimentado la gravedad y también comprobar que, como creía, el vértigo no existe en este jardín vallado. Ahora, una serie de hechos:

Desde las plantas 22 y 37 puedo aplastaros con los dedos. La luz es mejor, también eso lo predijimos. Estar solo (*) es en gran parte un estado mental. Cuando no hay vino blanco semidulce, bebo vino blanco seco; todo apunta a que el tinto también llegará. Mis uñas y Matria forman un perfecto aesthetic.

Hoy tengo la friolera de cuatro libros nuevos en mi biblioteca (esto es, hasta nuevo aviso, en la montaña de mi escritorio) y a las flores delicadas las acompañan botas de patear culos y patriarcado. A veces no me doy cuenta de que tengo veinticuatro años ahora y no cuando tenía dieciocho, aunque vosotros no lo entendáis. Lo que vengo a querer decir, aunque me tropiece con mis propias palabras, es que si uno no le da espacio a lo que tiene que ocurrir por andar queriendo atajar, lo que sea se hará hueco a la fuerza, en cualquier momento y volando por los aires cuanto sea necesario. Una solo tiene el control hasta cierto punto. Por eso aceptar un viaje en coche y bajar del bus en el último momento una parada antes entran en el orden natural. 

Creo que me dejo cosas por decir, pero como eso solo me asegura que volveré aquí, no pasa nada. Además, Wix no deja de avisarme de que tengo que actualizar esto o algo así porque por fin me han aceptado que el blog ha vuelto para quedarse y tendré que ponerme en el ordenador a rediseñar. 

Nos leemos pronto.

Eh, M. Una nunca sabe cuándo va a volver ese impulso de crear algo, así que escribe y lee el poema intenso pero necesario del gilipollas de Bukowski (**) y sácalo fuera. Yo ahora que sé que me lees, te lo recordaré. 

Atentamente, María

(*) Que no sentirse solo, ojo.

(**) El poema se llama Así que quieres ser escritor.