Aún me huele el pelo a hierbas de Ibiza (diarios, LXX)

En casa siempre huele a coco. Pero una parte de mí está todavía enredada en las sábanas de la 315. Durante dos noches me he acordado por los pelos de tomar el ansiolítico, sacad vuestras conclusiones. Sé que vivir de vacaciones no es factible (como Dickie y Marge en Mongibello) ni, si me lo preguntáis a mí, apetecible. Parte del encanto es precisamente que es un paréntesis de la vida en sí. Pero también sé de mis bolas de cristal de las que os he hablado alguna vez, esos momentos que encierro en una esfera de esas, como las de nieve, que agito para volver dentro cuando lo necesito. Un puerto seguro, eh.

Quiero pintarme las uñas de algún color otoñal, aunque no sé si esperar a que pase esta semana, que dicen por ahí que es la del veranillo del membrillo. Pero también he leído que en septiembre la gente no viste para el tiempo que hace sino para el que quiere que haga y, pues eso.

He estado viendo vídeos sobre el underpainting acuarela-gouache y a lo mejor me subo a esa balsa para sobrellevar la semana. Sigo en estado de espera, con algunas llamadas por hacer, por si acaso. Mi plan de contención es lo único que hace que no pierda del todo la cabeza, si os soy sincera, en este estado de incertidumbre. Tengo un libro encargado sobre ni siquiera sé qué. La rentrée literaria y tal.

Pese al exceso de cafeína que llevo en el cuerpo, noto que me es más fácil estar conmigo misma ahora. Es como si el tiempo con F, además de llenarme de confeti por dentro, me sirviera para apretar las correas de los patines con los que voy por la vida. Aunque suene Lucky for you de Amor novo y me parezca fatal que no esté a mi lado cuando abro los ojos. Hace un año que hablábamos del roadtrip to the sea y, aunque el plan se ha parecido poco a lo que pensábamos entonces, ha habido coche, playlist y cervezas (frente al mar) cuando se agota el verano. Podría haber sido tren, radio y tónica (¡tónica!!! ew) en julio, que me hubiera dado lo mismo si era con él.

Iré recolocando todo lo demás poc a poc.

Atentamente, María