But if the story's over why am I still writing pages? (diarios, LXXXIV)

Supongo que tú también te lo preguntas. Te presupongo (y si me equivoco no me juzgues porque tú pensabas que yo querría hacer como si no nos hubiésemos conocido) empezando a albergarme cierta pena. La que se tiene por los que se pierden. O sea, qué hago, por qué no puedo simplemente seguir adelante, apretar la mandíbula y encajar el golpe dignamente como cualquier persona adulta. Yo también, la verdad. Me lo pregunto.

Porque no es que no lo intente. Todos los días. Me levanto y me muevo, hago girar la máquina, hablo con gente, anoto en la agenda como si el mundo no se me acabara de caer en pedazos encima, me visto a diario, no como helado, no veo películas románticas, no escucho canciones tristes, camino como si no lo hiciera entre escombros.

Pero también anoto todo lo que como, lloro hasta los días en que pienso: hoy no; llevo tu inicial al cuello, voy a sitios donde sé que no estarás aunque desearía que sí.

También pienso: esta noche no voy a escribirte. Pero entonces otra vez estoy llorando en el sofá y siento que cada minuto que he pensado que parecía que estaba un poco, solo un poco mejor, solo estaba aguantando la respiración.

Aleteo pero has apagado la luz. Creo que esa es la metáfora perfecta.

Atentamente, María