El miedo de los Sies (diarios, CVIII)
- M
- 7 jul 2023
- 3 Min. de lectura
En mi cabeza hay un bibliotecario y es exactamente como podrías imaginarlo. Menudo. Con un dudoso y pasado de moda sentido del gusto. Lleva estampados de los 60, pero probablemente no los llama vintage. Tiene gafas y se las sube con el dedo corazón justo en el puente. Pasa mucho tiempo solo, está completamente dedicado a su trabajo. Se llama S. Es un romántico incurable, claro. Pero esto es culpa de su jefa, sobre todo.
La jefa de S se llama F. Es extrovertida y el alma de las fiestas que ella misma da. Tiene una de esas personalidades... burbujeantes. Es muy dulce y probablemente recuerde cosas de ti que le has contado y que ni siquiera recuerdas haberlo hecho. Pero esto es culpa de su empleado, sobre todo.
S también tiene un adjunto. Su nombre es N. Su sueldo apenas le permite exprimir la vida como le gustaría, pero podéis apostar que le encanta. Y siempre acompañado. N hace puenting, mira rocódromos por internet, lee ofertas de trabajo en países nórdicos. N expresa todo el tiempo estas ideas... y casi nunca se lanza. Casi. Pero esto es culpa del becario, sobre todo.
Esa es T. T es reservada. No tímida, reservada. No le gusta especialmente compartir lo que rumia. Calcula los posibles riesgos de todo. Estaba tan escandalizada cuando N se lanzó por aquel puente...
F gritó, rio y sigue jurando que fue uno de los mejores días de su vida. S, aunque con la boca pequeña, lo confirma. N no deja de buscar el siguiente salto, más alto. T...
Es una empresa pequeña de la de este cerebro. Familiar, casi. A veces F se va de vacaciones, como debe ser. Está bien porque todos tenemos que descansar. S se queda al cargo, pero no suele dar la cara. Hace el trabajo, pero al mostrador sale T. Sí, T, la becaria. T tiene cara de pocos amigos y es muy protectora. Con todos, la verdad. Aunque ella sea la que menos pinta. El último mono. Cuando T atiende, no viene mucha gente. Todos creen que es N quien debería estar ahí, pero nadie se lo dice.
Y N... N y T se llevan demasiado bien, la verdad. Tanto que T cruza los límites a menudo y frena a N. Las veces en que N ha hecho algo sin tener en cuenta su opinión, T ha estado semanas sin hablarle.
S intenta mediar. Es todo lo que hace, además de trabajar. Almacena, recopila. Y el resto del tiempo se lo pasa ahí, releyendo archivos. A S cualquier tiempo pasado le parece mejor. Y si no, le parece aun así digno de ser revivido. Revisitado.
Normalmente, nada sale ardiendo porque F tiene un carácter muy fuerte. Y es imposible obviarla. Pone firme incluso a T. Sabe cuándo desoír a S. Y suele animar a N a deslizarse cuando T quiere frenarlo. A veces el problema de F es que le gustan demasiado los demás. Los escucha mucho. Se amolda fácilmente. Y a veces se acostumbra a ciertas cosas, está más distraída en el trabajo, deja que T haga y deshaga... pero T es solo una becaria. No está lista para ir por delante de N. Y mucho menos para manejar todo el negocio. Hay que enseñar a T a no sobrepasarse. A N a confiar más en sí mismo. A S a entender que lo que recaba tiene que servir para comprender lo que vive, no solo lo que vivió. Y a F a que está bien mirar hacia afuera, pero que debe sacar partido a quienes trabajan con ella antes de hacer caso a cualquier opinión de un cliente.
Ahora F está de vacaciones. Todo está un poco patas arriba. S no sale de la biblioteca y T no deja que N se acerque al mostrador. F ha recibido quejas de clientes y ha llamado, molesta. T pone cara de que no va con ella y S se ha puesto triste y solo quiere refugiarse en cosas que ahora no tienen la menor importancia. N se ha puesto en movimiento en dos tiempos: en 24h y en 1 año (N no conoce los límites).
Lo cierto es que T está mejorando, ha intentado colaborar con N. Pero es posible que si las vacaciones de F no terminan pronto, esta librería-cafetería en ruedas se estrelle más pronto que tarde.
Yo qué sé, necesito una copa, creo.
Ya sé que no se entiende mucho. También sé quién sí lo hará, más o menos. Pero siempre ha sido así, ¿no?
Atentamente,
F, supongo, desde sus vacaciones, con un mojito y gafas de sol.





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