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¡El miedo que todo lo halla! (diarios, LXXVIII)

  • Foto del escritor: M
    M
  • 2 abr 2022
  • 1 Min. de lectura

Rrrrrss. Rrrrrrss. Dos cortes poco limpios a ambos lados de la cara. Dos mechones abundantes caen en el lavabo. Pienso en cuando me decían que siempre he sido la misma porque llevo el mismo pelo y el mismo brillo en los ojos. Ahora habría que encontrarme solo por lo segundo. Me meto en el baño. Salgo y llevo el pelo por encima de los hombros, liso, oscuro. Y no pasa nada.


A veces me da vértigo mirar para abajo. O para atrás (bueno, esto no a veces, esto siempre). La verdad es que estoy avanzando. Hace un tiempo lo llamaba planes que aun silenciosos siguen siendo planes. Ahora llevo cuentas colgando del móvil que dicen: soy TCAE, aunque todavía esté en proceso.


Por supuesto que tengo miedo. Estoy aterrorizada. Pero menos mal que ya este corazón agitado no siempre me paraliza. Qué más da si luego llega la noche y estoy en un colchón en el suelo, en el salón de Lover(s) y me echo a llorar. Se llora. Tampoco pasa nada.


Soy setecientas versiones de mí misma. La bola de discoteca partida en un millón de piezas que te reflejan en tu millón de versiones también.


Miro las clases de swing, tomo vino con LJ, ajusto mis alarmas.


Hoy voy a bailar.


Atentamente, María



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