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El olor de las almendras amargas (diarios, XIV)

  • Foto del escritor: M
    M
  • 19 mar 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 23 mar 2020

Podemos ir tan de estoicos como queramos, pero lo cierto es que por más que pretendamos que no, está pasando algo grande. A lo mejor es que aunque me empeñe en no escuchar la tele, sigue de fondo y su runrún hace mella en mis ánimos, pero...


Joder, estamos en pausa. Y no, no es solo quedarse en casa. Es quedarse en casa y mirar día tras día cifras que crecen de forma tan monstruosa que te paraliza. Las dimensiones de esto son mundiales. Y estoy acojonada. A lo mejor mañana se me pasa, pero ya tengo pesadillas y cuesta distinguir si solo es un mal día o la mecha que se me agota. Es bastante difícil no pensar en los días que vienen; la ansiedad suele necesitar que te ancles en el presente, pero este viene a ser subirte por las paredes de casa porque es lo más responsable y cívico que puedes hacer.


Tengo la cabeza hecha un hervidero de análisis de situaciones especialmente económicas para lo que está por venir. Ese es el problema de la falacia de la clase media. En fin. De todos modos es mucho peor pensar en que las predicciones hablan de millones de muertos y que caminamos sobre la incertidumbre.


Sea como sea, pandemia mundial de por medio o no, saldré de esta. Ya veremos cómo. In omnia paratus no es un lema para cobardes.


Acabo de leer algo sobre decidir qué quieres ser cuando el mundo le dé de nuevo al play y... y creo que quiero ser una romántica incurable para siempre otra vez. Últimamente no paro de pensar en tópicos, pero para encontrarle el sentido a todo se me está haciendo cuesta arriba mantenerme en el cinismo, ¿sabes?


Eso no quita, por cierto, que no haya venido también aquí a felicitarte el día y el aniversario de muerte, papá. El c********** no me ha dejado irme a almorzar para celebrarlo, pero voy a servirme una copa de lambrusco a tu salud. Por las otras historias.


Estoy bajo la única luz cálida de casa (un flexo de IKEA) comiendo una mezcla de Lacasitos y almendras. He probado el cianuro hace poco. Ni eso me mata.


Atentamente, María.



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