fue tan largo el duelo que al final casi lo confundo con mi hogar (diarios, XXXIV)
- M
- 27 oct 2020
- 1 Min. de lectura
Está todo patas arriba. Una intenta agarrarse a los pocos puntos fijos, pero es complicado coordinar la ansiedad con esta incertidumbre que no parece tener fecha de caducidad temprana. Como si de repente caminase por pasillos de una casa inundada, inclinados y cuesta arriba y tuviese que llegar a las esquinas para sujetarme y en medio las paredes fuesen tan lisas que ni siquiera puedo clavar las uñas.
Llevo días encerrada en casa porque todo detrás de la ventana me parece tremendamente hostil. Pero tampoco es que me sienta a salvo aquí dentro. Últimamente se me llenan las noches de pesadilla y tampoco eso es un refugio. Probablemente empiece a madrugar más y más hasta que no sepa qué hacer con las horas del día. Espero que eso me empuje un poco a dejar de pensar en hacer las cosas y hacerlas de una vez por todas.
A lo mejor así, también, dejo de tomar café después de las seis de la tarde y de sentir cómo se me tensa la mandíbula cuando anochece. Y pido en la librería de una vez por todas La ridícula idea de no volver a verte, me termino los libros empezados, o al menos los continúo, y sigo escribiendo a través de Lucía la historia de Julia. ¿O era al revés?
Yo qué sé, que me salgan las cosas, por una vez.
Atentamente, María.





Comentarios