He pensado en ti más de la cuenta (diarios, XCV)
- M
- 3 jun 2022
- 3 Min. de lectura
Ojalá bastase algo. Y pudiera tener, no sé, una lista de cosas que hacer. No me importa si es larga. Un... manual. O algún consejo que de verdad ayude.
Hago muchas cosas. Intento hacerlo lo mejor que puedo. Nada es suficiente. He vuelto al gimnasio. De viernes a domingo paso por el parque donde me dejaste. De lunes a viernes, entreno viendo el banco exacto donde pasó. Trato de controlar la narrativa. Me tiño, me maquillo, salgo con gente.
Se vienen semanas de mucho encima, por hacer. Y aunque me agobia, tengo la sensación de que da igual. Igual que cuando me río con alguien o durante un segundo no duele tanto, no importa. Porque un momento después estoy llorando.
Me gustaría dejar de hablar de ti. No nombrarte, no acordarme de ti en cada momento. De verdad que ya solo quiero eso. Pesas demasiado para llevarte en el pecho.
Estoy a pocos días de mis exámenes. A nada del teórico del coche. Mañana empiezo un trabajo nuevo. He vuelto al gimnasio y hago mejores marcas. ¿Y sabes qué? Nada me importa lo más mínimo. Es increíblemente desolador darse cuenta de algo así. De que están ocurriendo cosas importantes y yo estoy en el sofá, otra vez llena de lágrimas, otra vez preguntándome: si es como todos dicen, si todas las rupturas son igual de dolorosas, si siempre se sale adelante, ¿por qué a mí nunca nada me había hecho grietas por dentro?
A veces pienso cosas peores. Como que ojalá no haber empezado terapia porque aunque tomo mejores decisiones y tengo nuevas herramientas, antes no lloraba así. Antes no sentía así. La ansiedad se comía mis emociones y tomaba pastillas y desaparecía. Ahora tengo que estar despierta y tengo que ser consciente todo el tiempo y es una puta mierda. Tengo ganas de romper cosas de rabia, lo que me aprieta el pecho no lo puedo explicar.
El otro día vi a alguien remotamente parecido a ti y me dio tal pellizco el estómago que me dolió de verdad.
A ratos también me da por mirar atrás. Yo no quería meterme aquí. Y casi no lo hice. Atesoro contra mí cosas preciosas, pero en momentos bajos como este, cuando estoy sola y solo me quedan al lado mis ganas de tocarte, las fotos en la galería, y esta presión en la boca del estómago, pienso que ojalá no. Me metí. Me metí tanto que ahora no sé salir y estoy sola aquí, y nadie me responde, y todos los días pruebo un camino nuevo y parece que cada vez estoy más lejos de la salida.
No puedo hablar contigo cortésmente. Te lo dije en aquel banco. Y sin embargo me agarro a esas conversaciones que no llevan a nada porque estoy desesperada. Y me siento patética, y siento entre asco y desprecio por mí misma y no le deseo a nadie sentir tan hondo nunca.
Tú me decías que sentías todo lo que no ibas a vivir conmigo. Yo que lamentaba todas esas últimas veces que fueron sin saber que eran las últimas. Hoy he pensado también en lo que no será. ¿Sabes que solo dormimos juntos tres noches en todo este tiempo? Siento que me han robado.
Me estoy quedando sin fuerzas. Solo haberme comprometido con ciertas obligaciones me impide meterme en la cama todo el tiempo. No quiero ver a nadie más, estoy exhausta de fingir que puedo mantener conversaciones funcionales. La verdad es que todo el tiempo te pienso accidentalmente.
No me gusta escribir esto. No me gusta sentir esto. Si pudiera me saldría de mi piel. Si pudiera, no sería.
Y termino de escribir esto y me arrepiento. Como de serte honesta al segundo de mandarte un mensaje. Así que lo copio en notas y lo borro de tu conversación, que no has leído. Me arrepiento de haber pensado que ojalá nada de esto hubiese ocurrido. Lo siento. Solo te echaba de menos.
R me pasa canciones que escuecen. P vendrá pronto. Las niñas van a visitarme y emborracharnos. M y yo nos matamos en el gimnasio. LJ sigue siendo el par de brazos donde me siento a salvo. Y las dos íes, las dos jefas, me llenan la agenda. Y la vida sigue. Solo que yo no.
Atentamente,
María.





Comentarios