I want to watch wisteria grow right over my bare feet (diarios, LXI)
- M
- 3 ago 2021
- 2 Min. de lectura
La ansiedad sí da treguas, sí. Y una baja la guardia. Olvida que convive con un trastorno y que darle esquinazo no es una opción. Hay que confrontarla, continuamente. De vez en cuando te recuerda que sigue ahí, una mano invisible que te tensa la mandíbula, te da la vuelta al estómago, te despierta en medio de la noche. Parece, sin embargo, que volvemos a estar en guerra. Menos mal que D me manda provisiones por Whatsapp por si me sitian.
Tengo buenas perspectivas, en realidad. Quiero decir que julio, aunque no parecía posible, se ha terminado al fin. Y agosto suena en sus primeros acordes, mientras salgo de una ducha con agua fría y veo a Taylor cantarla con esa sonrisa feliz en la cabaña del lago. Las cosas parecen querer mejorar y quizá por eso me frustra más haber tropezado justo ahora.
FF me ha mandado un perfil de IG diciendo que le recuerda a mí cuando estaba acabando uno de mis ejercicios de relajación. Es una de esas personas de las que todo el mundo habla bien, que parece un poco extraterrestre y siempre gusta tener cerca. No nos conocemos mucho, hablamos de tintes para el pelo, compartimos botas de piel de serpiente y un día le hice una tarta de Guiness en forma de corazón. Pero hoy me ha tendido una cuerda en medio del abismo sin saberlo. ¿No es curioso? Supongo que por eso siempre tenemos que recordarnos ser amables con quien sea, porque no sabemos qué pasa detrás de las compuertas. Por eso me tatué una abeja.
Estoy haciendo respiraciones profundas. Voy a abrir toda la casa para que entre el viento y a cocinar algo para la cena. A pelearlo. Mañana saldré a la calle. Y pintaré un sol en un farolillo. Agarraré fuerte la mano de F. Mañana lo intentaré otra vez.
Atentamente, María





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