like a jungle (diarios, LXXV)

Es curioso que de todas las canciones que podría cantar a gritos, después de todos los versos en los que me enredo, en realidad llegue aquí y tararee stay beautiful mientras me como una piruleta después de pasar la mañana de forma improvisada con LJ y me repita que tengo sueños en la recámara (o en el estuche nuevo).

Podría escribir aquí tantas cosas. Pero también he aprendido a lo largo de esta década de blogs que lo que no se deja por escrito se recuerda igual. No necesito una entrada que me recuerde el olor del césped, como si fuera algo que pudiera olvidarse. Además ahora intento tomarme más en serio. Me hago muy pocas promesas ya, pero porque me aseguro de que las que me hago las quiera mantener. Hoy el espacio vacío es por quien quiero ser.

A todas estas razones podemos añadir que soy escritora y que nadie, en realidad, ni nada, está a salvo. Todo es susceptible de terminar siendo pasto de las llamas de la ficción. Y de todos modos está ese documento.

A ratos estoy triste, a ratos increíblemente enfadada. Y cuando las oleadas pasan, una parte de mí es esperanza y la otra cinismo. Al final es verdad que no he cambiado tanto.

Anoche me atravesó un poco la lucidez en medio de dos cervezas tostadas y supongo que por eso una se emborracha los miércoles, ¿no?

Ayer también le hice una pregunta a las cartas de R y pienso a la vez que vaciando la botella preguntaré realmente lo que quiero saber y que la respuesta la sé de sobra. Pero sin conflicto no hay novela, ¿verdad?

Voy a hacerme una playlist que me ayude a exorcizar, porque negar emociones es negarse a uno mismo, y luego voy a beber vino con G, a bailar con G, a patearme Sevilla con G, a mirarlo todo tras la lente de G y abrazar a R y S para recolocar todo en su sitio.

Y después los días y yo tendremos que establecer un plan. Al final la vida sí que iba de los B, de la contención, de la alternativa. Qué movida. Haré acopio de algo que yo sí sé, muy bien: encajar los golpes. Saldré también de esta. Qué ridículo pensar cualquier otra cosa.

Café, anotaciones, documentos de Word, emails, notas de voz, una maleta, ahorros. Y si el zapato encaja, llévalo donde quiera que vayas.

Atentamente, María

Pdta: I'm bulletproof