Lo que no se nombra (diarios, LXVI)
- M
- 7 sept 2021
- 2 Min. de lectura
No existe. Dicen. Yo, que encuentro difícil poner en palabras ciertas cosas —y he tardado años en encontrarlas para otras—, no puedo estar más en desacuerdo. A pesar de que escribo para dejar constancia de mí misma, de mí para mí, porque sé que me es fácil desdibujarme y perderme y poner pestillos a mi alrededor cuando las cosas se ponen feas. Y entonces las horas y los días se vuelven una masa homogénea de nada, pero una nada espesa y sofocante en la que me ahogo sin remedio y, por supuesto, me pierdo. Pero no dejo de existir. Por eso escribo, para recordármelo. Si no me nombro también sigo aquí.
Y en estas estoy, en este raro persistir en que se ha convertido septiembre, cuando A, un viernes noche, como si nada, suelta un en nuestra profesión, María, tienes que... Y él no lo sabe, pero a mí me ha saltado el corazón en pedazos dentro del pecho. Como una piñata. Ni siquiera he empezado el paso previo de lo que me encantaría que fuera, en efecto, nuestra profesión, y ya me siento un poco dentro. Se me eriza la piel. Voy por buen camino, tiene que ser eso.
Por otro lado, ser Si es de las peores maldiciones que pueden caerte encima. Aunque seas S, práctica, terrenal. Llevar de copiloto a un nostálgico patológico dificulta lo de mantener el rumbo. Pero estaremos bien ¹.
Necesito que llegue el otoño. Que haga frío y tengamos que coger chaquetas. Que sea noviembre, RED, los mapple y los pumpkin spice lattes.
Comprar margaritas e ingredientes para cócteles margarita e ir a ver a R, con S, ser cínicas o salvajemente vulnerables, qué más da. Necesito verlas. Son mi familia. Necesito ver a mi batallón de metralla para recolocar los huesos.
Pero sobrevivo. Un viaje a final de mes, F al otro lado de un lunes tendiéndome la mano siempre. Ayer hablábamos de que en la vida tenemos que buscar aquello que tira de nosotros tantísimo, que nos ilusiona tanto, que su reverso es que cuando van mal nos hunden, pero es un precio justo. También dijo «las prisas son las ganas».
Escribo en el diario que se me ha olvidado grabar el segundo del lunes con él porque a veces ser feliz tiene consecuencias.
En ocasiones no dejas constancia de que existes porque estás existiendo. Pero como Si, insisto (en crear recuerdos). Por ejemplo, cuento diez días desde el 22 de septiembre y apunto en la agenda hornear pan de ajo.
Y como simplemente yo, insisto. En lo que sea, da igual. Insisto en insistir.
Insistentemente, María
¹ Nota de la autora.





Comentarios