Lo que te quiero sigue atravesando el cielo como un rayo (diarios, LXXXVIII)
- M
- 9 may 2022
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Ha pasado el día de tu cumpleaños. Ese que me empeñé de llenar de cosas por hacer porque creía que así no tendría tiempo de echarte de menos. Lo que hice fueron las 700 cosas que tenía por hacer y, además, pensarte desde las mismas doce de la noche. Antes, incluso. Durante. Después. Todavía.
Hoy he tenido que parar las marchas forzadas a las que me llevaba últimamente porque sobrecargarme tiene sus consecuencias. He subido a tender y en el atardecer me ha venido a la mente que hace unas semanas te vi entre la gente con un cigarrillo en la boca y yo, que soy asmática y detesto que me echen el humo en la cara, pensé: es la persona más sexy que he visto en mi vida. Uno de esos momentos en que se difumina un poco el entorno con efecto bokeh y solo te enfoco a ti. Lo que quiero decir es que sigue sorprendiéndome que me gustes tanto, a veces. Que todavía me pilla por sorpresa. Ahora que no estás, también.
Mañana me he prometido cuidarme un poco. Comer (y hacerlo bien, y sin culpa, y sin vomitar), salir a pasear un poco, ponerme objetivos asequibles.
Dime, ¿te acostumbras? Yo me pongo rutinas e intento hacer cosas nuevas, pero sería injusto decir que me estoy adaptando a la vida sin ti porque la verdad es que no me esfuerzo lo más mínimo. Todo lo contrario. Cada vez digo más tu nombre en voz alta. No hago nada por hacerme a la idea. Y cada vez que alguien me dice: es que pareces triste, digo claro, porque estoy triste. Que funcione como ser humano no significa en absoluto que me haya resignado. Creo que hace casi ya (autch) dos semanas, lo tenía más asimilado que ahora. Qué va. Lo que hago es sostener un corazón ardiendo entre los dedos, como ese cuadro de Zurbarán, la alegoría de la caridad, pero esta vez la alegoría de la esperanza. Algo así.
Cada hora de cada día, cariño.
Atentamente,
María.





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