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Los amantes que conocen el sabor de la polenta y el musgo (diarios, LVI)

  • Foto del escritor: M
    M
  • 8 jul 2021
  • 1 Min. de lectura

A veces se me olvida que cuando el tiovivo gira demasiado rápido, de nada sirve dejarte la garganta gritando, por favor, que vaya más despacio. Hay que saltar en marcha.


Los planes para el fin de semana incluyen, por descontado, a F. También vino árabe, muchas horas en Booking para nuestra escapada de septiembre y un(os) libro(s) nuevo(s). Y una lista de la compra en la que no puede faltar un par de ingredientes de la nueva receta de galletas. Ojalá se quede así, tal cual. Si consigo estirar las horas como quiero, también desempolvaré los pinceles y quizá la arcilla. Me siento ese bullicio del agua a punto de hervir en el estómago. Cuando eso pasa, mejor tener a mano tantas formas de crear como se me ocurran.


Para el lunes necesito unos tapones de oídos. He recordado lo bien que me concentraba con ellos y teniendo en cuenta las horas de tests y escritura que me esperan, más me vale.


Tengo que escuchar más música. Hoy he vuelto a mirar por el balcón al atardecer.


Bajarse de un salto del caballito estático e incómodo, con la pintura desconchada, y echar a correr. Toda la feria por delante. Todos los pasos por bailar.


Atentamente, María



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