lunes, cóctel y valeriana (diarios, LXXI)

Hace unas semanas nuestro farmacéutico de confianza le regaló a mi madre tres cajas (TRES) de muestra de pastillas de valeriana. Toma, para tu hija. Que sí, ¿eh? Pero lol, vaya famita. Bueno. Parecen comida de perro pero os juro que la comida de perro huele mejor. Me las trago igual.

Ha sido un lunes muy lunes. No largo, no malo. Intenso. Lo cierto es que han llegado algunas buenas noticias y los asuntos que siguen sin resolver los voy poniendo en orden yo solita a golpe de cojones. Va bene.

Sea como fuere, F me ha puesto un mensaje a la noche para tomar algo y no veas cómo hemos arreglado el lunes, el martes, el miércoles y, si no fuese porque no me fío de los posibles reveses que pueda conllevar, me atrevería a decir que todos sus siete días. Ese abrazo al recibirnos me ha sostenido en el tiempo.

Debería ponerme en marcha. Sin que me diera cuenta se me ha hecho una torre de cosas por hacer bajo los pies y ya sabemos que de las torres cuesta salir. Creía que tenía más por contar, pero a lo mejor otro día, si tal. Quizá solo quería dejar constancia de que cuando estoy contigo no me tiembla la mano.

La lasaña me pone triste, por cierto. Yo qué sé.

Atentamente, María