Pero la vida no se para porque tengas miedo (diarios, LIX)

Bailar en peto vaquero como si me fuera la vida en ello al final sí que fue un poco algún tipo de terapia. Cocinar ayer día y noche, también. Las bolitas de queso del domingo por la noche. Mis eternas conversaciones con G. No poder aguantar la risa hablando con S y R. F en uniforme. Parece ser que el domingo me recolocó un poco más los huesos, hasta donde necesitaba. Mis iniciales favoritas.

Ahora apuro el café y pienso en lavarme el pelo antes de que lleguen las alumnas. En la programación de tests que voy a ponerme. En cómo confío en lo que tiene que llegar. Y en estrenar mis pinceles hoy. En intentarlo, en intentarlo, en intentarlo.

En dejar ir, eso también. En darle a comprar al carrito de la compra que lleva meses congelado con piececitas de mi nuevo proyecto. Hoy quiero lanzarme a varias piscinas. Aterrorizada, sí. Pero por qué no.

También en que no puedo pretender llegar a todo con las dos manitas que tengo solo porque sea lunes. Hace una semana que no leo.

He vaciado el segundo tarrito de babylade. Tengo la sensación de que esta entrada es inconexa, pero mi tren de pensamientos ahora que el café está haciendo efecto, también. Ya volveré con victorias y derrotas.

Atentamente, María