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Solo me dedico a aullar (diarios, XCVII)

  • Foto del escritor: M
    M
  • 10 jun 2022
  • 1 Min. de lectura

Suena Leiva esta semana casi todo el tiempo. La vida se me agolpa en las manos y yo solo relleno los huecos indispensables de las estanterías.


Intento no mirar más allá de dos días para no notar la angustia escalarme el pecho. Me noto más rodeada pero también más sola. Nadie me escucha como tú, ¿sabes? No sé si tendré los ovarios para retomar esas conversaciones de las que hablábamos a raíz de la Flecha. ¿Tú eras consciente de lo rota que me quedaría yo después de esto? Creo que no. Se escucha: si me miraras por un agujerito, morirías de pena...


Voy cerrando los brazos en torno a lo seguro, porque siempre he sido de abarcar más de la cuenta y luego notar las costuras estallar. Para qué. Esta vez no. Esta vez me escucho la voz que susurra en mi oído y me pide que recuerde que no sabemos cuándo volveré a desplomarme sobre pólvora a punto de arder. De todos modos no estoy segura de que haya una línea de meta definida.


Voy a recolocarme la mandíbula y seguir caminando por esta cornisa, donde el pie delante del otro es la única opción incluso en plena caída.


Uno es del lugar al que quiere volver.


Atentamente,


tuya, entonces.


Como siempre, qué tontería.



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