Swan song (diarios, LXXXII)

Intentar no nombrarte es bailar claqué en un campo de minas. Así que digo tu nombre. A veces lo grito. Te menciono, te menciono, te menciono. Te invoco en las esquinas, en las sombras, debajo de la luz, en el rayo. Y con todo me quedo cien veces con tu fricativa entre los dientes y los labios, un garfio desgarrando la piel.

Como nombrarte es hacer saltar por las nubes todo, lo hago tan alto que llueve sangre, que caen vísceras del cielo. Te susurro y truenan piel y huesos. Y con tanto ruido solo huyo de este tiempo silencioso en el suelo del baño, justo antes de dormir, donde no te digo pero puedo verte sin cerrar los ojos. Donde vuelvo a estar sola y nada de lo que he hecho ha servido para nada.

Donde no me miento y sé que no cerrarías puertas sin tirar la llave. Me reconozco sabiendo que estoy en cerrada en la escenografía de una batalla que pensaba pelear contigo. Pero no suenan timbres en la guerra. Ninguna campana me avisó. Soy la última en pie y sigo armada. No hay enemigo. Ni aliado.

Estoy yo mirando cómo tú no te vuelves cuando dices adiós.

Atentamente,

María