¿Te he dicho alguna vez que me gustan los adosados? (diarios, XXIX)
- M
- 25 ago 2020
- 1 Min. de lectura
Ayer me sentí culpable por todas las veces que he querido acabar con mi vida. Tengo una libreta muy bonita, que parece hecha de azulejos, donde escribo, casualmente los veinte o veintiuno de algunos meses, cuando estoy verdaderamente triste. Lo hago porque necesito recordarme que ya he estado ahí. A veces me digo que ya ha pasado lo peor, al menos en esa ocasión, por si la leo cuando no veo nada dos pasos más allá y me devuelvo la esperanza.
La cuestión es que, parafraseando un poco a R, los vivos están vivos. Y hay que tratarlos como tal. También a mí misma. A veces se tuerce un poco todo, o más que todo, cómo yo veo todo, y tengo que aovillarme, medicarme, llorar. Pero ayer conseguí, por M, salir de la cama y escribir cosas en la agenda (pero solo a tres días vista).
No se me ocurre otra forma de hacer las cosas que así, improvisando un poco, tal y como está todo dispuesto ahora. August is sipping away like a bottle of wine (rosé). Pero nos quedan las polaroids, la cerveza, las novelas, las playlists y los besos. Y los adosados, claro.
Atentamente, María.





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