tuppers (diarios, CXVII)
- M
- 20 dic 2024
- 2 Min. de lectura
El hilo de una vida puede estar hecho de una fibra muy mundana, como los tuppers. Desde pequeña tuve claro que cuando fuera mayor y me independizara, yo sería la que llevaría tuppers a mi casa, no la que los recibiría.
A mi madre nunca le gustó cocinar, lo dejaba claro alto y claro. También quedaba constancia en sus platos. Así que pronto asumí esta curiosa dinámica, así como tantas otras que hoy me tienen... bueno, en esta situación.
Pero me equivoqué, en parte. Porque en esta entrada no vengo a hablar de negligencias, heridas abiertas, nudos en la garganta ni la soledad inconsolable de saber ciertos roles siempre revertidos.
Yo he venido aquí a hablar de mis amigos. De la comunidad. Porque si algo me acuna por las noches ahora, además de los brazos más suaves y seguros del mundo, es el pensamiento calentito de que hay un tupper de puchero de R en el congelador. También otro de mi suegra. Y el otro día, B, nos dio uno de curry. La semana pasada, R y J comieron un tupper nuestro, y la anterior. Ya estoy pensando en cuándo hacerle a M el katsudon, ahora que sé que me sale bien.
Allá en la universidad, R traía filetes rusos; S, a veces pastel de berenjena con dátiles, otras migas con azúcar y naranja. N traía su tortilla a las tertulias, yo mis empanadas de queso y nueces. A la presentación de la primera novela de C, R y yo llevamos tuppers de pastitas de coco de Austen.
Hoy N me ha escrito que tiene uno de macarrones para que vaya a recogerlo y que nos avisará cuando haga arroz con carrillada.
Y podría seguir. Con las bolsas en pandemia, con los tuppers de "sé que te gusta", con...
Podría llenar ollas enteras con el cariño en esos pequeños recipientes de plástico o cristal que me han sostenido durante años. Por eso sigo horneando, por eso cocino en Navidad aunque esté cansada y hago tartas caseras en los cumpleaños. Cuando se me saltan las costuras... no me deshago porque, quizá, aunque no tenga hambre y esté triste, al llegar a casa (¡casa!!!!! qué concepto tan extraño) hay un tupper que saqué a descongelar, que me dejó alguien, que no debería estropearse...
Atentamente vuestra,
María





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