Y otras preguntas sin hambre (diarios CIX)

Este año he olvidado hacer aquello de los momentos luminosos del verano a ratos y eso ha hecho notablemente peor mi experiencia estival, la verdad. No obstante, puedo sentarme aquí y rememorar algunos.

El confeti y la ducha de purpurina, por ejemplo. Aquel ataque de ansiedad como una apisonadora que me estranguló durante el concierto de Silvana pero que terminó devolviéndome a mi sitio. Aquel miércoles con S y M en el que fantaseé tanto con estar en su lugar. Los bocatas de pan bimbo con nocilla. El paréntesis del tiempo en el campo de B. La noche de las perseidas. La pizza casera. Los paseos en el campo con María y, en general, ese tejido delicado y resistente de la vida que tejemos cuando estamos juntas. El paseo con A y A.

No me gusta ponerle muchas expectativas a esta estación, pero creo, espero y quisiera favorecer que aún queden algunos momentos luminosos en su retirada, mientras los días se acortan y yo todavía tengo la ilusión de que es tiempo prestado. De todos modos, mejor que los finales no se alarguen mucho.

Que el otoño y lo que trae no se demoren. Mientras tanto, seguiré dando gracias por la segunda cañita del refresco de la vida. Porque si luego te vas y solo dejas el desastre...

El agua es paciente, no se resiste.

Atentamente,

María