Y se hundirán los cráneos en la hierba (diarios, CII)
- M
- 28 nov 2022
- 2 Min. de lectura
Mientras escribo esto, la dulce voz de Ordesa canta imágenes siniestras. Los contrastes que me gustan.
Sé que es difícil seguirme la pista; desde 2021, quizá, más. Pero es que yo nunca fui dejando miguitas ni nada así. Es decir, casi todo lo que intento transmitir ni siquiera tiene un destinatario real. Simplemente proyecto y mientras todo encaje en mi propia coherencia narrativa, entonces bien. Otro contraste que me gusta mucho es el mamarrachismo y el aesthetic. Así, de la manita.
Hoy le comentaba a K que estoy aprendiendo (lenta y arduamente) a desconectar de los (lol) trabajos. Me río un poquito por no llorar, pero lo de las seis asignaturas + la cafetería + ser princesa a tiempo parcial quizá fue abarcar demasiado. Sinceramente, espero con ansias un momento vital en el que no tenga que sentir que me estiro demasiado para llegar a todo. Pero. Que me desvío: aunque mi media de horas de sueño a menudo no acumule más de seis, estoy siendo capaz más o menos de no pasarme las tardes pensando en todo lo que tengo que hacer mientras hago otro tanto. Poc à poc. Segundo lunes en el que no me ahogo de camino al trabajo a horas intempestivas. También siento que me estoy curtiendo una miqueta más y es (un poco) reconfortante. Aun así, sigo queriendo la piel fina, la pluma afilada y el corazón abierto.
Diciembre empieza esta semana (!!!). Y con él, probablemente los minirrosconcitos de reyes, los bailecitos de All I want for Xmas is you vestida de princesa en pueblos randomsísimos con nieve artificial cayendo del cielo y las lucecitas titilantes. La vida me debe una Navidad bien perrona, la verdad. Lo del año pasado no se lo he perdonado todavía.
La cuestión es que, y aunque siento que todo ha sido perfectamente natural, casi como si... tuviera que pasar, como si simplemente me hubiera limitado a transitar la vida hasta llegar a este punto extraño que a la vez también es todavía en muchos aspectos de transición, miro enero de 2022 desde aquí y... wow. What a trip, huh? He terminado abriendo puertas a base de empujones (y otras muchas con dobles mortales de los que estoy bastante orgullosa) y quemando ciertos puentes (cómo no) observándolos arder, sin irme, sin huidas ya, desde la tranquilidad de quien sabe que la vida siempre ha ido sobre esto.
Cada vez le tengo miedo a menos cosas, ¿sabéis? Como si supiera de algún modo que, a navaja o a puños desnudos, no hay nada a lo que no pueda plantar cara llegado el momento.
La de cosas que he vuelto a decir sin decir nada.
Y sin embargo hay una, una luminosa y vibrante que tiene lugar en mi vida ahora mismo a todas horas; una mano que aprieto y acaricio, una mirada al otro lado, una sonrisa que veo atemporalmente, un pulso que busco con los dedos... que no me basta con dejar así, a medio nombrar. Para quien no me sirven las iniciales:
María,
atentamente.





Comentarios